doi: 10.58763/rc2024251

 

Artículo de Investigación Científica y Tecnológica

 

El desarrollo de la ciudadanía en los adolescentes: la lucha entre la influencia de la familia, el grupo de pares y la escuela pública

 

The development of citizenship in adolescents: The struggle between the influence of the Family, the peer group and the public school

 

Luis Antonio Ramírez Montes1  *

 

RESUMEN

Esta investigación tuvo la intención de mostrar que las diferencias en el contexto social en el que viven y estudian los adolescentes, así como las personas con quienes interactúan, ejercen distintos tipos de influencia en su pensamiento, entre otras cosas, sobre la importancia de la ciudadanía, su postura frente a la denuncia de un delito o abuso, y los motivos para otorgar su voto a un partido político o candidato. Para recabar los datos se diseñó un cuestionario de “opiniones y actitudes ciudadanas” con respuestas de opción múltiple con escala tipo Likert, que indaga sobre algunos temas que se desprenden del concepto de ciudadanía y se desarrollan durante el nivel de secundaria de la educación pública en México. Se estudió una muestra de 323 adolescentes que cursaban los tres grados de secundaria al final del ciclo escolar 2021-2022. Los casos de estudio se conformaron por dos escuelas públicas de la modalidad general, que tenían grados académicos y niveles de marginación distintos. Los resultados mostraron que las características del contexto social y los agentes socializadores con quienes convivían los estudiantes alentaban formas de pensamiento que resultaban opuestas a las competencias ciudadanas que procuraba la institución educativa.

 

Palabras clave: ciudadanía, educación básica, educación ciudadana, enseñanza pública, socialización.

 

Clasificación JEL: I2; I20; I29

 

ABSTRACT

The purpose of this research was to show that the differences in the social context in which adolescents live and study, as well as the people with whom they interact, exert different types of influence on their thinking, among other things, about the importance of citizenship, their stance on reporting a crime or abuse, and the reasons for voting for a political party or candidate. To collect the data, a questionnaire of “citizen opinions and attitudes” was designed with multiple-choice answers with a Likert-type scale, which inquires about some topics that arise from the concept of citizenship and are developed during the secondary level of public education in Mexico. A sample of 323 adolescents attending the three secondary school grades at the end of the 2021-2022 school year was studied. The case studies consisted of two public schools of the general modality, which had different academic grades and levels of marginalization. The results showed that the characteristics of the social context and the socializing agents with whom the students lived encouraged ways of thinking that were opposed to the citizenship competencies sought by the educational institution.

 

Keywords: citizenship, basic education, citizenship education, public education, socialization.

 

JEL classification: I2; I20; I29

 

Recibido: 25-08-2023                           Revisado: 31-10-2023                    Aceptado: 20-12-2023                 Publicado: 15-01-2024

 

Editor: Carlos Alberto Gómez Cano

 

Citar como: Ramírez, L. (2024). El desarrollo de la ciudadanía en los adolescentes: la lucha entre la influencia de la familia, el grupo de pares y la escuela pública. Región Científica, 3(1), 2024251. https://doi.org/10.58763/rc2024251

 

1Universidad Autónoma Metropolitana. Iztapalapa, México.

 

INTRODUCCIÓN

 

Para funcionar de manera óptima, la democracia requiere la participación de los ciudadanos, así como una relación apropiada entre ellos y las instituciones del Estado (Cortés-Cediel et al., 2021; Lee y Schachter, 2019; Neshkova y Kalesnikaite, 2019; Wahlund y Palm, 2022). Los ciudadanos necesitan desarrollar un conjunto de motivaciones, valores, habilidades y conocimientos, que faciliten y favorezcan su participación en el ámbito público-político (Kuhn et al., 2019; Larson et al., 2020; Schmidthuber et al., 2019; Walker et al., 2021).

 

Este conjunto de capacidades se desarrolla a lo largo de la vida, tanto a través de procesos educativos formales, como por medio de la práctica y la experiencia cotidiana. La educación pública constituye un pilar para alentar en los ciudadanos un conjunto de motivaciones, conocimientos y valores (Aristeidou et al., 2021; Buchholz et al., 2020; Estellés y Fischman, 2021; Roche et al., 2020). En ese orden, la formación ciudadana consiste en un proceso orientado a la construcción de habilidades y capacidades acordes al régimen democrático, en el que se concibe al ciudadano como ser moral, sujeto de derechos y sujeto de la transformación social y política. Dicho proceso coadyuva, entre otras cosas, a la reconstrucción del tejido social al fortalecer y democratizar la sociedad civil, de ahí que se procura una cultura de la participación social y política (Bedock y Pilet, 2020; Simonofski et al., 2021; Wehn y Almomani, 2019).

 

El sistema de educación pública y la formación ciudadana que el Estado busca estimular a través de planes de estudio y programas homogéneos a nivel nacional,[1] constituye una de las pocas variables que puede influir en gran parte de la población durante su desarrollo. La influencia que el sistema educativo ejerce sobre la sociedad se traduce, con ciertos límites, en comportamientos y apreciaciones sobre el sistema político, el régimen o el gobierno. Kymlicka (2003) afirma que la naturaleza del diseño de la educación obligatoria tiene en su base, a través del sistema público, la formación de una ciudadanía responsable y alfabetizada. En una línea muy similar, Durkheim (2003) indica la necesidad de promover la comunión de ideas y necesidades como parte del accionar educativo y la regulación de los agentes educativos y sociales.

 

La formación o educación ciudadana es un campo de estudio que se desarrolla principalmente desde la pedagogía, al que contribuyen disciplinas como la ciencia política, el derecho, la psicología y la sociología, cuyos objetivos se han ampliado considerablemente en las últimas décadas (Ghosn-Chelala, 2020; Chiba et al., 2021; Jara et al., 2021; Ruiz y Herrera, 2021). Esta investigación recupera elementos interdisciplinarios para profundizar en un problema con implicaciones políticas, que consiste en cómo procurar en los adolescentes un conjunto de actitudes, opiniones y conocimientos que promuevan comportamientos ciudadanos activos, participativos e informados en el marco de la democracia. Dicha cuestión no atañe únicamente a la escuela pública, sino que debe atenderse también de manera externa en la sociedad en general.

 

Este estudio se concibió desde la presunción de que el ambiente social y económico que tiene lugar en un contexto específico, así como los agentes socializadores que se encuentran en él, alientan tipos de influencia distintos. La influencia que ejercen los agentes socializadores posee ciertas semejanzas y tipificaciones que se gestan y comparten dentro de un contexto socioeconómico particular.

 

Se cree que la influencia de los padres y el grupo de pares alienta una visión sobre la ciudadanía que obstaculiza la interiorización de los conocimientos que procura la institución educativa, con resultados dispares exhibidos en la literatura (Narmaditya y Wibowo, 2021; Wamsler et al., 2020; Weiss, 2020). Aunque la educación pública resulta fundamental en el proceso de desarrollo de la ciudadanía, a la porción formal se suman o contraponen las influencias externas. La escuela pública constituye sólo uno de los agentes socializadores con los que los ciudadanos interactúan durante su vida. El análisis que se presenta a continuación busca obtener una aproximación al tipo de influencia que ejercen sobre los estudiantes de secundaria los padres de familia, el grupo de pares y la escuela pública, en dos casos con distintos niveles de marginación, desempeño académico y problemáticas sociales.

 

Análisis teórico

 

El proceso de socialización influye en la forma en que las personas comprenden la realidad y se posicionan frente a ella, así como el contexto particular en el que ocurre su desarrollo biológico y psicológico (Esau et al., 2019; Hickey y Pauli-Myler, 2019; Saud, 2020).  En la primera etapa del proceso de socialización, los infantes interactúan principalmente con sus padres o con quienes se encuentren a cargo de su cuidado, por lo que estos presentan y legitiman una postura determinada frente a la realidad, la cual a su vez depende de las características específicas de su posición en la escala social y del contexto particular. De acuerdo con Berger y Luckmann (2003), el proceso de socialización se define como un proceso coherente, complejo y de gran amplitud, cuya finalidad es la incorporación a un contexto social e histórico determinado.

 

Por tanto, durante los primeros años de vida se gesta en los seres humanos una base de conocimientos, apreciaciones o actitudes a partir de la cual juzgarán la realidad, al menos hasta que se conforme una perspectiva propia. Los niños se identifican con sus padres a través de vínculos emocionales que contribuyen a la internalización de conocimientos, opiniones o actitudes: cuando se apropian los significados e interpretaciones que les rodean y se consideran parte de sí. La socialización primaria culmina cuando el niño posee una conciencia propia, se encuentra en posesión subjetiva de un mundo y reconoce la existencia de una sociedad externa a su núcleo familiar (Berger y Luckmann, 2003).

 

En los siguientes años de vida de las personas, los agentes socializadores se diversifican y pueden conformarse por el grupo de pares, las figuras de autoridad, los medios de comunicación, las instituciones educativas, religiosas, sociales, políticas o civiles, entre otros (Bañales et al., 2021; Esau et al., 2019; María et al., 2022; Terriquez et al., 2020). El proceso de socialización secundario consiste en la internalización y el conocimiento de otros submundos, distintos al inicial, más propiamente, en relación con el conocimiento especializado de roles, determinados a su vez por la división social del trabajo. En palabras de Berger y Luckmann (2003), es el proceso que consiste en incorporar al individuo, o mediante el cual este se integra autónomamente a nuevos grupos o sectores sociales.

 

La socialización es permanente y, a pesar de que un individuo posea cierta comprensión subjetiva de la realidad, puede modificarla en distintos grados a lo largo de su vida; tal como la realidad se internaliza a partir de procesos sociales, también se mantiene en la conciencia a través de ellos. La realidad subjetiva depende de la existencia de una base social y los consecuentes procesos sociales que mantienen la auto-identificación del individuo a través del equilibrio entre la realidad subjetiva y la objetiva. Las situaciones de crisis, derivadas de la ausencia de estas estructuras de mantenimiento, conducen a la posibilidad de transformar radicalmente la realidad subjetiva (Vygotsky, 2000). Cuando los individuos se encuentran en un problema de coherencia entre la realidad objetiva y subjetiva, este se resolverá modificando la realidad internalizada o las relaciones con otros para mantener su realidad actual (Berger y Luckmann, 2003).

 

Desde el enfoque psicopedagógico, Piaget (2014) propuso que los seres humanos comprenden su entorno a través de procesos de asimilación y adaptación. El proceso de asimilación consiste en moldear la nueva información para que encaje y/o se reorganice dentro de sus esquemas mentales. Para asimilar la nueva información puede ser necesario transformarla y adecuarla a los esquemas mentales. Una vez que es compatible con lo que ya se conoce, se alcanza nuevamente un equilibrio. El proceso de adaptación ocurre de manera inversa, pues este implica la modificación de los esquemas mentales para hacer coincidir la nueva información discrepante con los viejos esquemas y conseguir así el equilibrio.

 

De acuerdo con Vygotsky (2000), en el proceso desarrollo de las personas es posible distinguir dos líneas cualitativamente distintas, por un lado, los procesos de origen biológico y, por otro, las funciones psicológicas superiores de origen sociocultural. Toda función aparece, primero, a nivel social y su desarrollo surge a partir de la interacción en un contexto sociocultural, así como cualquier función tiene lugar primero a nivel social (interpersonal) y después en el interior del individuo (intrapsicológica). La construcción e interiorización del conocimiento no se refiere a una visión lineal de reproducción, transmisión o imitación, sino que el proceso de internacionalización de la influencia social consiste en la reconstrucción (interna) de la experiencia, conocimiento o significado que se percibe de forma externa.

 

De acuerdo con Bourdieu (2007), existe cierta vinculación entre las estructuras sociales y las prácticas de los agentes que influyen en su desempeño social. A través del concepto de “habitusel autor explica que el conocimiento objetal se construye como estructura que, a su vez, condiciona las nuevas estructuras y objetos de la realidad. El “habitus” se origina a partir de un conjunto de condicionamientos asociados a determinada clase particular de circunstancias de existencia y se refiere al conjunto de disposiciones semi permanentes generadas por la exposición a determinadas condiciones, las cuales conducen a los individuos a internalizar las necesidades o limitantes del entorno social, por medio de la apropiación de las tensiones externas. Existen percepciones o actitudes ligadas a una condición social o clase que, de manera arbitraria, tienden mostrarse como necesarias o naturales por presentarse al principio de los esquemas de percepción y apreciación a través de los cuales son aprehendidos (Bourdieu, 2007).

 

Por ende, es dado sostener que, al tratar de incidir en el pensamiento de los estudiantes, la escuela pública se enfrenta a este complejo panorama de influencias y acciones de reconstrucción e interiorización. Parte importante del problema consiste en procurar, durante la niñez y la adolescencia, un conjunto de actitudes y conocimientos que pueden resultar contrarios a aquellos que se perciben en la vida cotidiana o a aquellos que se comparten con otros agentes socializadores, es decir, que aunque la escuela procura desde la teoría, no tienen cabida en la vida cotidiana o no hay una contraparte social que los respalde. Esta investigación se identifica con el constructivismo, pues considera que el conocimiento no se transmite, se alienta o procura y la construcción e interiorización de actitudes, opiniones y percepciones es un proceso individual de reinterpretación y reconstrucción, en el cual inciden las influencias externas al sujeto.

 

METODOLOGÍA

 

Contexto

 

En México, el sistema educativo se conforma por los niveles: básico, medio superior y superior. La educación básica se compone por la educación preescolar (tres años), primaria (seis años) y secundaria (tres años). El sistema de educación pública en el nivel básico concentra a la mayor parte de la población: 85 % de la matrícula en la educación preescolar y 90 % en la educación primaria y secundaria (INEE, 2019). La educación básica constituye el nivel electo para realizar la investigación empírica, porque: 1) una parte importante de la población sólo cuenta con la educación básica completa, pues el promedio educativo nacional es de 9.7 años[2] (INEGI, 2021), y 2) en la educación básica se alienta el desarrollo de la ciudadanía con planes de estudio y programas generalizados a nivel nacional, a través de la asignatura “Formación Cívica y Ética” (en adelante FCE); lo que no necesariamente ocurre en niveles educativos posteriores, pues la educación comienza a especializarse.

 

Aparato conceptual y operacionalización

 

La operacionalización se realizó a partir del concepto de “ciudadanía”, desde una posición abarcadora e integradora, con base en la participación como concreción de la acción ciudadana y expresión del derecho (INE-COLMEX, 2015). Esta concepción reconoce que los ciudadanos viven en un contexto de desigualdad estructural, en el que existen diferencias reales de poder y carentes de igualdad institucionalizada. Además, concibe que quienes viven en situación de desventaja elaboran y ejecutan estrategias para buscar el cambio a través de procesos de reclamo o de lucha. De acuerdo con Mindus (2014), desde una óptica sociológica, existe una dicotomía entre el ciudadano y el marginado, pues los impedimentos o restricciones de facto en las condiciones de vida, limitan u obstaculizan la inserción plena de los ciudadanos en el ámbito público-político. Para analizar y sistematizar el concepto se utilizaron dos dimensiones de la ciudadanía:

 

Estado de derecho y acceso a la justicia: para el funcionamiento de la democracia es necesaria la interacción entre los ciudadanos y el gobierno, o el Estado. Esta dimensión aborda la actitud de los ciudadanos respecto al cumplimiento de las normas, las justificaciones para incumplirlas, los motivos por los que las respetan y la denuncia.

 

Vida política: para mejorar y vigilar su funcionamiento, la democracia necesita una contraparte ciudadana comprometida con los asuntos público-políticos. Aunque el voto electoral constituye sólo un indicador parcial de la actividad de los ciudadanos (INE-COLMEX, 2015), se consideró que este puede ser el mecanismo de participación política más cercano a la experiencia de los adolescentes (comentarios y observación del proceso, a través de los padres o tutores).

 

Recolección y análisis de datos

 

Los datos se recabaron en dos escuelas secundarias públicas de la modalidad general que se ubican en Iztapalapa, Ciudad de México. Para integrar localidades con características socioeconómicas distintas, Iztapalapa se tornó una demarcación territorial propicia, porque: a) concentra una gran cantidad de población, en relación con el resto de las alcaldías de la Ciudad de México; b) posee la mayor cantidad de escuelas secundarias públicas de la modalidad general y c) presenta diferencias socioeconómicas importantes, así como grados de marginalidad diferentes. A partir de las dimensiones presentadas, se establecieron indicadores y variables para analizar:

 

1.     la influencia de los agentes socializadores.

2.    las diferencias en el pensamiento de los adolescentes.

 

Se diseñó un cuestionario de “opiniones y actitudes ciudadanas” con opciones de respuesta múltiples y en escala Likert. Dicha escala se utilizó ya que es un instrumento que puede brindar información útil sobre las actitudes de la población de estudio (Anjaria, 2022; Jebb et al., 2021; Matas, 2018). Se presentaron dos respuestas positivas y dos negativas, sin opción intermedia para evitar el sesgo de tendencia central.[3] La información se sistematizó con Statistical Package for the Social Sciences (SPSS) y Microsoft Excel.

 

Casos de estudio

 

En este artículo se abordan tres cuestiones derivadas de la ciudadanía, a saber: 1) la importancia que los estudiantes asignan a la formación ciudadana (asignatura FCE) en comparación con otras asignaturas[4]; 2) su opinión frente a la denuncia de un delito o abuso, así como la influencia que perciben en torno a dicha cuestión de sus padres de familia y amigos, y 3) los principales motivos que consideran para otorgar su voto a un partido o candidato, así como la influencia que ejercen en este aspecto los padres de familia y el grupo de pares.

 

Los casos de estudio los conforman dos escuelas secundarias públicas de la modalidad general, ubicadas en colonias distintas de Iztapalapa, con diferentes niveles de marginación y desempeño académico. El grado de marginación se obtuvo de la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social, mientras que el nivel de desempeño académico se obtuvo de las pruebas aplicadas durante el Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA).[5] La información se recabó de forma anónima y, con miras a resguardar la confidencialidad de los estudiantes y el personal administrativo, no se mencionará el nombre de las escuelas o las colonias en las que se ubican. La población de estudio la conformaron los estudiantes que se encontraban por concluir el ciclo escolar 2021-2022 y la información se recabó durante las últimas semanas de clases (junio 2022).

 

La escuela secundaria diurna “A” se ubica en una colonia con grado de marginación “medio” de acuerdo con el Sistema de información del Desarrollo Social (SIDESO, s.f.). La población de la localidad es 7 986 habitantes: de los cuales 62.54% de la población vive en casas independientes, 30.10% en departamentos en edificios y 3.62% en viviendas dentro de vecindades. La población con acceso a los servicios públicos de salud es 50.84% y la que no lo tiene es de 47.67%. Las viviendas con acceso a los servicios de drenaje corresponden al 98.70%, de los cuales el 82.77% posee servicios de agua entubada dentro de la vivienda y el 16.09% cuenta con agua entubada dentro del predio en que habitan. En esta localidad, sólo el 8.42% de las viviendas tiene techo de materiales ligeros, naturales o precarios. El caso “A” posee un desempeño académico de nivel II, de acuerdo con las pruebas PLANEA, cuya tabulación es nivel I: 30 %, nivel II: 43 %, nivel III 10: % y nivel IV: 18 % (SEP, 2017)[6].

 

La escuela secundaria diurna “B” se ubica en una colonia con grado de marginación “muy alto”. La población es de 64 312 habitantes; las viviendas con acceso a servicios de drenaje ocupan el 96.21%; un 57.46% posee servicios de agua entubada dentro de la vivienda y el 38.25% cuenta con agua dentro del predio en el que habitan. Además, el 31.41% de las viviendas tiene techo de materiales ligeros, naturales o precarios. El 84.77% de la población en la colonia habita en casa independiente, 6.79% en departamentos en edificios y 2.31% en viviendas dentro de vecindades (SIDESO, s.f.). La población con acceso a los servicios públicos de salud abarca sólo el 34.86% y la mayoría, esto es, el 65% no es derechohabiente.

 

La colonia en la que se ubica el caso “B” presenta distintas problemáticas sociales y por ello representa una de las tres localidades con mayores niveles de riesgo de Iztapalapa: presencia de organizaciones criminales, incidencia de violencia criminal, delitos y problemáticas de gobernabilidad. Entre los años 2015 y 2019, la colonia fue una de las tres de la Alcaldía Iztapalapa en las que se reportó la mayor cantidad de delitos de violencia familiar. Entre 2016 y 2020 la colonia resaltó además por concentrar delitos de violación, feminicidio, acoso y abuso sexual (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, 2021). El Mapa de riesgos Iztapalapa 2018 identificó que en esta colonia tienen lugar diversas acciones ilícitas de gravedad, como ejecuciones, agresiones y narcomenudeo (Lantia Intelligence, 2018).

 

El desempeño académico de los estudiantes de este caso se ubicó en el nivel más bajo de las pruebas PLANEA, a saber, nivel I: 74%, nivel II: 25%, nivel III: 2% y ningún alumno en el nivel IV (SEP, 2017). La investigación considera que las diferencias socioeconómicas de las localidades y los agentes socializadores con quienes los adolescentes se relacionan alientan formas distintas de comprender la realidad, entre otras, en torno a la importancia y ejercicio de la ciudadanía. El estudio priorizó en obtener una muestra de la mayor cantidad posible de alumnos de tercer grado, considerando que son quienes se encuentran próximos a concluir la educación básica, mientras que se recuperó una muestra menor de los estudiantes de segundo y primer grado para comparar las diferencias de pensamiento entre ellos.[7]

En la escuela “A” se recuperó una muestra de 25 estudiantes de primer grado, de una población de 172 (5.01%); 44 estudiantes de segundo grado, de un total de 166 (8.82%) y 93 estudiantes de tercero, de un total de 161 (18.64%). En la escuela “B” se obtuvo una muestra de 36 adolescentes de primer grado, de un total de 262 (5%); 28 estudiantes de segundo, de un total de 264 (3.6%) y 97 alumnos de tercero, de un total de 259 (12.4%).

 

RESULTADOS

 

Para conocer la importancia que los alumnos asignan a las competencias relacionadas con el conocimiento y ejercicio de la ciudadanía, se les preguntó qué tan significativa es la asignatura FCE, en comparación con otras, como español, matemáticas e historia. En general, el panorama resulta poco optimista, pues en promedio sólo el 37% del total se encuentra completamente convencido de que posee una importancia similar. Entre los casos se aprecian diferencias importantes, pues en el caso “A”, 43% de los adolescentes considera que FCE es igual de importante que otras y en el caso “B” sólo el 31% se encuentra convencido.

 

El mayor porcentaje de los alumnos, esto es, el 50% en ambos casos, no se encuentra completamente convencido de que las competencias y habilidades que se desarrollan en esta asignatura posean la misma importancia que las que alientan otras materias. La opción “en desacuerdo”, fue electa por el 11 % de los estudiantes del caso “B” y sólo el 2% del caso “A”. La falta de importancia que los estudiantes asignan a dicha asignatura constituye un impedimento para que interioricen competencias ciudadanas. Las diferencias entre casos sugieren que la influencia negativa en el ambiente extraescolar es mayor en el caso “B”.

 

Después se les preguntó a los estudiantes cómo reaccionarían frente a un delito o abuso y qué creen que harían su padre, su madre y sus amigos. Los resultados indican que la influencia de los agentes socializadores posee una mayor carga negativa en el caso “B”. Respecto a lo que haría su padre frente a un delito, en el caso “A”, el 75% de los estudiantes cree que denunciaría y en el caso “B” sólo el 58%. Los estudiantes que piensan que su padre sólo denunciaría si el delito le afecta se ubicó en el 22% en el caso “A” y, de otro lado, el 31% en el caso “B”.  Aunque el menor porcentaje de la población de ambos casos eligió la opción “no le importaría y fingiría no ver”, en el caso “A” dicha respuesta obtuvo un 3% del total y en el caso “B” ascendió a 8%.

 

Respecto a la influencia de la madre, en el caso “A”, el 71 % de los estudiantes cree que ella denunciaría un delito o abuso, mientras que sólo el 63% en el caso “B”. Es necesario mencionar que, para dicho caso, se observa una relación directamente proporcional entre el incremento en las respuestas en la opción “denunciaría sin importar quien sea” y la trayectoria escolar, tanto en el padre como en la madre; en comparación con el caso “A”, la influencia de ambos sobre la denuncia resulta menor. Y, en los dos casos, el 23% de los estudiantes cree que su madre sólo denunciaría si el delito o abuso le afecta. El porcentaje de alumnos del caso “B” que cree que a su madre no le importaría y fingiría no ver (con un 8%), fue superior al que arrojó el caso “A” (con 5%).

 

En cuanto a la forma en que los adolescentes creen que reaccionarían sus amigos al presenciar un delito, el panorama se tornó un tanto desalentador. Los resultados muestran que en el grupo de pares se gesta una mayor influencia negativa: en ambos casos, sólo 38% cree que sus amigos sí denunciarían. Mientras que en el caso “A”, el 44% cree que sus amigos sólo denunciarían si el delito les afecta, en el caso “B” el 37% eligió dicha opción. Quienes indicaron, en el caso “A”, que a sus amigos “no les importaría y fingirían no ver” llegó al 18 %, mientras que en el caso “B”, el 20%. La influencia dentro del grupo de pares resulta opuesta a la de la institución educativa e incluso en gran medida a la del padre y la madre.

 

A sabiendas de que la institución denuncia, cuando se les preguntó a los estudiantes qué harían ellos, en cuanto a la denuncia de cualquier delito o abuso, sólo el 72% de los adolescentes del caso “A” afirmó que si denunciaría y el 65% en el caso “B”. En esta pregunta, se observa una relación inversamente proporcional entre el porcentaje de estudiantes que denunciarían un delito y la trayectoria escolar en el caso “A”, lo cual sugiere que la influencia del ambiente extraescolar incide en su pensamiento con mayor peso que la escuela. Por el contrario, en el caso “B” el porcentaje de estudiantes que afirmó que sí denunciaría se incrementa de manera proporcional a la trayectoria escolar, por lo que en este caso pareciera que la influencia de la escuela logra realizar un cambio favorable en su pensamiento, aunque tal vez insuficiente.

 

Los adolescentes que sólo denunciarían un delito o abuso si este les afecta correspondió al 23% en el caso “A” y al 21 % en el caso “B”, mientras que aquellos que afirmaron que no les importaría y fingirían no ver estuvo en el 5%, respecto al caso “A” y el 8 %, en el caso “B”. En general, alrededor del 30% del estudiantado no está convencido de que la mejor alternativa sea denunciar.

 

La tercera cuestión que se abordó fue el tipo de influencia que perciben los adolescentes de sus padres y amigos sobre los motivos para otorgar el voto a un partido o candidato político, así como los que ellos considerarían adecuados. En el caso “A”, el 47% de los adolescentes cree que su padre votaría por el “mejor programa de gobierno” y, en el caso “B”, solo el 33% eligió dicha opción. Los resultados de ambos casos coinciden en que el 41% de los estudiantes creen que su padre votaría por el partido o candidato que “proporcione apoyos sociales”. Sólo el 1% de los estudiantes del caso “A” cree que su padre votaría por quien “ofrezca dinero o regalos”, mientras que, en el caso “B”, dicha opción obtuvo el 7%. Además, quienes afirmaron que a su padre no le importa votar, llegó al 10% en el caso “A” y al 17% en el caso “B”.

 

En cuanto a la influencia de la madre, el 43% de los adolescentes del caso “A” creen que votaría por el mejor programa de gobierno y, en el caso “B”, sólo el 34%. Los resultados en ambos casos fueron similares entre los estudiantes que afirmaron que su madre votaría por el partido o candidato que “proporcione apoyos sociales” (en un 43%), y también en la opción “ofrezca dinero o regalos” (en un 5%). En el caso “A”, el 11% cree que a su madre no le importa votar y, en el caso “B”, el 14%. En definitiva, la mayor influencia que ejercen los padres en el pensamiento de los estudiantes es votar por quien proporcione apoyos sociales.

 

Acerca del grupo de pares, sólo una cuarta parte de los estudiantes de ambos casos cree que sus amigos votarían por el mejor programa de gobierno. Un 26% de los adolescentes de ambos casos cree que sus amigos votarían por el partido o candidato que ofrezca apoyos sociales. Las diferencias entre casos se observan en que, en el caso “A”, los estudiantes consideran más probable que a sus amigos no les importe votar y, en el caso “B”, que es más factible que voten con base en la oferta de dinero o regalos. Mientras la escuela procura que los adolescentes analicen de forma crítica las opciones electorales, la influencia de los padres tiende a privilegiar los apoyos sociales y el grupo de pares incrementa las posibilidades de no votar o de hacerlo por quien ofrezca dinero o regalos.

 

Al preguntar a los estudiantes qué es lo que incide a la hora de otorgar su voto a un partido o candidato, el 49 % de los adolescentes del caso “A” expresó que votarían por el mejor programa de gobierno, mientras que, en el caso “B”, sólo 38% eligió dicha opción. Los estudiantes de ambos casos mencionaron que podrían votar por quien proporcione apoyos sociales (en un 38%) y quienes, del caso “A” indicaron que votarían por quien ofrezca dinero o regalos se quedó sólo en el 5%; pero subió a 12% en el caso “B”. Finalmente, los estudiantes que indicaron que no les interesa votar se quedó en el 8%, del caso “A”, y el 11%, del caso “B”.

 

Las respuestas de los estudiantes en torno a los motivos que consideran para otorgar su voto, muestran cómo las distintas influencias inciden en su pensamiento: la escuela en el 44 % de quienes votarían por el mejor programa de gobierno, los padres en el 38% que consideran principalmente los apoyos sociales, el grupo de pares en el 8% que afirma que votaría con base en la oferta de dinero o regalos y el 9% que expresa que no le importa votar. Los resultados sugieren que los mayores tipos de influencia que se aprecian son la de la institución educativa y la de los padres de familia. Indican, además, que el contexto extraescolar que tiene lugar en el caso “B”, así como los agentes socializadores con quienes interactúan los adolescentes, procuran y alientan una influencia mucho más negativa que ocasiona diferencias de pensamiento perceptibles.   

 

DISCUSIÓN

 

Los resultados antes expuestos permiten apreciar que las diferencias externas al contexto escolar, así como que los agentes socializadores con quienes interactúan los adolescentes alientan distintas perspectivas sobre la realidad. En particular, se aprecia la influencia sobre la ciudadanía. Las limitaciones socioeconómicas y las problemáticas sociales obstaculizan la inserción de los ciudadanos en el ámbito público-político, esto desde el punto de vista que suscitan actitudes, ideas y opiniones opuestas a las que trata de desarrollar la institución educativa. Se observa también que existe un conjunto de predisposiciones subjetivas que se gestan dentro de los subgrupos sociales, las cuales constriñen las percepciones de las personas y se reproducen, hasta cierto límite, por medio de la interacción social.

 

Sin embargo, por ningún motivo se trató de afirmar que exista un desarrollo lineal ni que el origen social determine el pensamiento o el destino de los adolescentes, sino que el conjunto de influencias que les rodean procura y legitima determinada perspectiva de pensamiento. La construcción del pensamiento individual es un proceso sumamente complejo y se debería propender para que los estudiantes interactúen con agentes distintos que alienten y legitimen concepciones divergentes y, de ahí, pueda ocurrir un cambio progresivo o repentino en sus actitudes y opiniones.

 

Las percepciones de la realidad se construyen y mantienen a través de la interacción social y, en esta ocasión, los datos recabados apuntan a que la lucha por la construcción de actitudes, conocimientos y opiniones ciudadanas se gesta entre la institución educativa y los padres o tutores. En esta investigación, los adolescentes que estudiaban en el caso “B”, mostraron que las limitaciones en sus condiciones de vida, los padres, el grupo de pares y las problemáticas sociales que les rodean, influyen de forma negativa en su pensamiento.

 

Adicionalmente, se da una necesidad de buscar estrategias alternativas para alentar un conjunto de actitudes, opiniones y conocimientos que procuren el desarrollo de la ciudadanía en la sociedad, que contribuyan a que las competencias que se alientan desde las instituciones educativas encuentren cabida en el contexto extra escolar. En esta labor, resulta fundamental el apoyo e involucramiento de las instituciones democráticas, entre ellas, los partidos políticos, los poderes de la Unión y las instituciones electorales a nivel local y nacional. La divulgación o comunicación pública de la ciencia es una alternativa que aparentemente posee poco desarrollo en las ciencias sociales.

 

Las ciencias exactas realizan, bajo la denominación de divulgación científica o comunicación pública de la ciencia, un conjunto de actividades (artículos, cuentos, talleres, videos, entre otros), con la finalidad de alentar el conocimiento o avance de sus disciplinas en el público no especializado. A grandes rasgos, la tarea que realiza la divulgación consiste en reconstruir un conocimiento o avance científico que se geste dentro de un campo especializado y presentarlo al público que no es especialista en la materia utilizando un lenguaje común y comprensible.

 

No se trata de tornar en especialista al ciudadano, sino de procurar un acercamiento a conocimientos que puedan tener utilidad práctica en su vida cotidiana. Se debe, pues, buscar democratizar la ciencia al integrar a la ciudadanía en la toma de decisiones. Así, la ciencia política y otras ciencias sociales pueden contribuir en gran medida al desarrollo de la democracia a medida que ponen al alcance de los ciudadanos distintos conocimientos con utilidad práctica en la toma de decisiones públicas.

 

CONCLUSIONES

 

Los hallazgos encontrados realzan la importancia de dirigir mayor atención y recursos a la formación ciudadana. Especialmente, resaltan la necesidad de sensibilizar a estudiantes, padres y agentes sociales, en la vigencia de los temas relacionados con la construcción de una ciudadanía autónoma, fuerte y comprometida con el cambio social. De esta forma, es evidente que la consolidación de procesos en los estudiantes depende de la participación activa de todos los agentes del proceso educativo, tanto endógenos como exógenos.

 

Es vital que las ciencias sociales se sirvan de estrategias de educación ciudadana y divulgación científica. Herramientas como la elaboración y difusión de textos cortos con un lenguaje común, la organización de talleres para públicos específicos, o la publicación de mensajes informativos en medios digitales, pueden alentar el desarrollo de conocimientos y competencias ciudadanas. El apoyo de diversas instituciones públicas y académicas también resulta fundamental para llevar a cabo dicha tarea, pues es necesario crear espacios que reciban, publiquen y difundan materiales con la finalidad de alentar distintos conocimientos. A partir de los resultados obtenidos, se podría promover la ciudadanía responsable y su adecuada representación, el ejercicio de los derechos, las formas y mecanismos de participación social y política, el funcionamiento de la democracia, entre otros.

 

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FINANCIACIÓN

Este artículo forma parte del proyecto de investigación doctoral para la cual se contó con la beca de dedicación exclusiva que otorga Colegio Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT).

 

DECLARACIÓN DE CONFLICTO DE INTERÉS

Los autores declaran que no existe conflicto de intereses.

 

CONTRIBUCIÓN DE AUTORÍA

Conceptualización: Luis Antonio Ramírez Montes.

Análisis formal: Luis Antonio Ramírez Montes.

Investigación: Luis Antonio Ramírez Montes.

Metodología: Luis Antonio Ramírez Montes.

Redacción – borrador original: Luis Antonio Ramírez Montes.

Redacción – revisión y edición: Luis Antonio Ramírez Montes.



[1]             En México, los planes y programas de estudio de escuelas públicas son homogéneos a nivel nacional durante la educación básica (preescolar: tres años, primaria: seis años y secundaria: tres años).

 

[2]             Comprende 6 años de primaria, 3 de secundaria y estudios parciales a nivel medio superior.

 

[3]             El sesgo de tendencia central ocurre cuando un porcentaje mayoritario de los encuestados elige la opción intermedia o nula. Para mayor detalle véase Matas, A. (2018). “Diseño del formato de escalas tipo Likert: un estado de la cuestión”, en Revista Electrónica de Investigación Educativa (REDIE).

 

[4]             En esta asignatura se desarrolla el eje Formación Ciudadana, en el que se alientan competencias y habilidades enfocadas en la comprensión y ejercicio de la ciudadanía.

 

[5]

               El objetivo de las pruebas PLANEA es conocer la medida en que los estudiantes logran el dominio de un conjunto de aprendizajes esenciales, al término de los distintos niveles de la educación obligatoria.

 

[6]             El nivel de desempeño se asigna de acuerdo con el resultado del mayor porcentaje de alumnos.

 

 

[7]             En la investigación de la que se desprende este artículo se calculó una muestra representativa con base en el total de población de cuatro casos (780 alumnos), pero aquí sólo se presentan dos casos y por ello el tamaño muestral se expondrá en porcentajes.